descargar 151.96 Kb.
|
http://taocomunitaria.sociales.uba.ar/una-aproximacion-al-campo-de-la-comunicacion-comunitaria-prof-oscar-magarola/ Oscar Magarola Vamos a intentar una presentación de lo que entendemos por Comunicación Comunitaria: sus orígenes, las corrientes teóricas que aportaron y sustentaron sus prácticas, las experiencias (pasadas y presentes) que conforman el campo, los debates acerca de la homologación o no, de los conceptos de: alternativo, popular, comunitario. No será un intento de definición de lo que es la Comunicación Comunitaria, porque entendemos que la complejidad, lo polifacético del campo, la dinámica de la historia que transforma los escenarios políticos, sociales y culturales, resisten cualquier pretensión de definición. Ensayar una, sería reducir el fenómeno, congelarlo en una fórmula académica poco fecunda. Podemos afirmar que el campo de la Comunicación Comunitaria se fue constituyendo, conformado a partir de aportes teóricos de diversas corrientes, de escuelas de investigación en comunicación, educación y cultura, y a partir de experiencias y prácticas políticas, sociales y culturales, que se imbricaron y se enriquecieron mutuamente. Sólo a partir de la recuperación de estos aportes y de los escenarios espacio temporales que constituyen el contexto en el que surge la Comunicación Comunitaria es posible pensar el sentido, la vigencia, la evolución y las perspectivas del fenómeno. La diferenciación entre aportes teóricos y prácticas es, en todo caso, un recurso didáctico. Toda práctica está (conscientemente o no) sustentada en alguna concepción, en un conjunto de supuestos, ideas, creencias y toda teoría es un intento de pensar, posicionarse, para impactar, legitimar, animar, justificar la acción de los actores sociales. Los aportes teóricos que sustentan la conformación del campo EL MARXISMO Es el marxismo, la filosofía que funda una mirada crítica acerca del sistema capitalista y el modelo de relaciones sociales de producción que en él subyacen y que hacen posible su permanencia y reproducción en el tiempo. El Marxismo aporta con rigor científico una serie de herramientas conceptuales que permitieron y permiten entender el proceso y los dispositivos a través de los cuales una sociedad se estructura en torno a una división de clases sociales en permanente lucha, en función del antagonismo de sus intereses. Clases sociales en las que una ellas, la burguesía, ejerce su poder de dominación-explotación sobre la otra, el proletariado. Esta relación de dominación-explotación, en la etapa del capitalismo moderno, es posible a partir de la conformación histórica de la clase burguesa y de su proceso de apropiación de los medios de producción y acumulación del capital, por un lado, y de la formación del proletariado por el otro, cuya única propiedad, es la de poseer su fuerza de trabajo. Burguesía y proletariado establecen relaciones sociales de desigualdad (las relaciones sociales de producción propias del capitalismo). La burguesía le compra al proletariado lo único que este tienen para vender: su fuerza de trabajo. Esta relación, que se materializa, se concreta en el mercado, siempre será desventajosa para los proletarios que a pesar de intentar que el precio por la venta de su fuerza de trabajo sea beneficioso para ellos, sus esfuerzos sucumben ante la desigual fuerza que presenta la burguesía en tanto clase capaz de sostener el conflicto de intereses por tiempo indefinido, jugando así con la capacidad de supervivencia del proletariado. La burguesía en el despliegue de sus fuerzas productivas no sólo establece las bases económicas de esta dominación a partir de la propiedad privada de los medios de producción sino que además crea su forma de organización política: el estado burgués. El estado burgués se organiza de tal modo que todo el aparato político, institucional, jurídico, ideológico y cultural, resguarda y reasegura la reproducción y la perpetuidad de sus intereses de clase dominante. Nos interesa en particular lo que tiene que ver con los aspectos ideológicos y culturales de esta dominación (en tanto ese es el aporte que nos parece que va en dirección a la conformación del campo), nos interesa rescatar la mirada crítica sobre ciertos dispositivos ideológicos (instituciones como la iglesia, la escuela, la cultura, los medios) que pueden ser y son utilizados por la burguesía para legitimar y garantizar su dominación sobre la clase oprimida, haciendo que los explotados sientan su condición de tal, como algo natural y como única forma posible de estar y ser en la sociedad. Por otra parte Carlos Marx en “El Capital” ofrece una caracterización acerca de lo que debe entenderse por “mercancía”, para explicar el complejo proceso de producción bajo la lógica propia del capitalismo, en donde todo objeto se convierte en “mercancía” Afirma Marx que el mundo capitalista es un mundo de mercancías, de vértigos de los objetos, en el que paradójicamente, los objetos encubren, ocultan, el carácter social de la producción, es decir el trabajo del hombre explotado que implica por lo tanto la producción de plusvalía Esta preocupación de Marx por las relaciones sociales de producción, por las formas institucionales que crea la clase dominante para asegurar y naturalizar la dominación, por el mercado capitalista y el encantamiento que producen las mercancías que parecen independizarse de su proceso de producción, sumadas a lo que dijimos sobre los dispositivos de dominación ideológicos-culturales, reiteramos nos interesa en particular, porque dará lugar posteriormente, a los estudios que emprenderán los intelectuales integrantes de la escuela de Frankfurt y al concepto de “industria cultural” (por ellos acuñado) que permitirá abordar críticamente el papel que adopta la cultura y los medios en la sociedad capitalista. El concepto de ideología es relevante para comprender los procesos culturales y comunicacionales. En este sentido, M. Harnecker intenta exponer como entiende el marxismo este concepto: “La ideología impregna todas las actividades del hombre, comprendiendo entre ellas, la práctica económica y la práctica política. Esta presente frente a las obligaciones de la producción, en la idea que se hacen los trabajadores del mecanismo de producción. Está presente en las actitudes y en los juicios políticos, en el cinismo, en la honestidad, la resignación y la rebelión. Gobierna los comportamientos familiares de los individuos y sus relaciones con otros hombres y con la naturaleza. Está presente en los juicios sobre el sentido de la vida. La ideología está, hasta tal punto presente en todos los actos y gestos de los individuos que llega a ser indiscernible de su experiencia vivida y por ello, todo análisis inmediato de lo vivido esta profundamente marcado por la acción de la ideología”. (Harnecker, 1971). Así se intenta alertar, desde una perspectiva crítica, sobre la falsa percepción de lo real. Lo que creemos que es una percepción desnuda de las cosas, o las cosas mismas, es, en síntesis, una percepción marcada por las estructuras invisibles o al menos no advertibles fácilmente, de la ideología. Aquí, Resulta más que esclarecedora la afirmación de Marx acerca de que “la ideología dominante es la ideología de las clases dominantes.” (Marx, 1958) Entonces, sin duda el marxismo es quien desentraña, quien descubre la trama oculta y naturalizada de la sociedad capitalista (aquella que hace aparecer como naturales los mecanismos que contribuyen a perpetuar la desigualdad favoreciendo la dominación de una clase sobre otra) y será la viga maestra en la que se apoyan otros aportes relevantes, funda y acuña toda corriente crítica posterior LA ESCUELA DE FRANKFURT Y LA TEORIA CRÍTICA Tributaria de esta matriz MARXISTA será la Escuela de Frankfurt y la teoría crítica que reconocemos como otro de los aportes teóricos significativos. Leo Lowenthal uno de los miembros destacados de Frankfurt explica que la Teoría Crítica es una visión del mundo, una perspectiva de análisis de la sociedad y no un corpus homogéneo, cerrado, totalizante. Así presentada, la Teoría Crítica se asume en su carácter dialéctico aceptando las contradicciones de la historia, resistiéndose a aceptar lo dado como natural. Herbert Marcuse -otro intelectual perteneciente a esta corriente- afirma en “Cultura y Sociedad”: “En el estado actual de su desarrollo, la teoría crítica muestra una vez más su carácter constructivo. Siempre ha sido más que un simple registro y sistematización de los hechos; su impulso proviene precisamente de la fuerza con que se habla en contra de los hechos, mostrando la posibilidad de mejorar frente a una mala situación fáctica. Al igual que la filosofía, la teoría crítica se opone al positivismo satisfecho. Pero a diferencia de la filosofía, fija siempre sus objetivos a partir de las tendencias existentes en el proceso social. Por esta razón no teme ser calificada de utópica, acusación que suele lanzarse contra el nuevo orden social (sic)”. (Marcuse, 1967). Marcuse entonces deja clara la posición de esta perspectiva crítica o filosofía de la negatividad, en tanto que no sólo se presenta como radicalmente racional y antipragmática, sino superadora y transformadora del orden social propio de la sociedad capitalista Las reflexiones de Adorno y Horkheimer en torno a la sociedad de masas y el dispositivo diseñado para el consumo cultural serán relevantes. El concepto de “industria cultural” hace referencia al modo en que las sociedades occidentales capitalistas dilapidaron su potencial emancipador. El concepto se instituye como denuncia a un sistema orientado al consumo masivo, en el que el cine, la radio, la televisión y la prensa, forman parte del dispositivo político-ideológico destinado a garantizar la dominación de la sociedad de masas. Adorno y Horkheimer en “Dialectica del Iluminismo” reaccionan frente a lo que podemos llamar la cultura mercantilizada o la producción industrial de los bienes culturales, que conduce a la estandarización, homogeneización y la uniformidad de los sujetos. Afirman: “para todos hay algo previsto a fin de que nadie pueda escapar”(Adorno-Horkheimer. 1971). Esta producción industrial de bienes culturales se calza el ropaje de “democratizante” construyendo la ilusión de abolir el privilegio de las elites al acceso a la cultura y simulando así ofrecerse como inclusiva, abierta al libre acceso. Apariencia, solo apariencias, el hombre puede elegir a partir de opciones que ya fueron planificadas de antemano para él, por el mercado. ¿Qué aportan el marxismo y la escuela de Frankfurt entonces para la conformación del campo? Sin duda una mirada crítica acerca del dispositivo cultural y, en particular, del rol de los medios de comunicación masivos como instrumentos, como piezas claves al servicio del orden social propio del capitalismo en sus diversas versiones. El marxismo provee los conceptos claves para analizar como en las sociedades capitalistas (en las que los hombres están divididos en clases antagónicas derivadas de su posición en el sistema productivo), los aparatos de estado y la estructura jurídico-política a través de diversas instituciones (familia, iglesia, escuela, medios de comunicación) aseguran la reproducción de la ideología de las clases dominantes que se ejerce sobre los explotados para hacerles aceptar como natural dicha condición de explotados y, a su vez, se ejerce sobre los dominadores para permitirles entender como natural el ejercicio de su explotación y su dominación. La escuela de Frankfurt y la Teoría Crítica sobre las bases del pensamiento marxistafocalizan muchos de sus estudios e investigaciones en el dispositivo cultural y comunicacional (en particular el cine, la radio, la televisión, la publicidad) a través del concepto de industria cultural, cuestionando la lógica instrumental de los medios de comunicación de masas que hacen aparecer los intereses particulares de cierto sector o grupo, como los intereses generales de la sociedad. LOS ESTUDIOS CULTURALES Bajo la denominación de estudios culturales se encuentran una pluralidad de investigaciones y análisis sobre la cultura, los medios masivos y la recepción que nacen del seno de lo que se llamó la escuela de Birminghan de fines de los años 50-60 pero que abarca un amplio espectro de intelectuales de diversas disciplinas (historia, sociología, literatura, semiótica). En “Audiencias, cultura y poder. Estudios sobre la televisión”, Alejandro Grimson y Mirta Varela explican: “Cualquier reconstrucción histórica de los estudios culturales sobre medios debe partir del modelo de encoding/decoding propuesto por Hall en los años 70. Hall proponía una doble crítica, tanto a la teoría de los efectos- que a partir del análisis de la producción extraía conclusiones sobre las consecuencias sociales del mensaje como a la perspectiva de los usos y gratificaciones- que estudiaba al receptor individualmente y sin considerar las relaciones sociales de poder….(sic). Hall intenta construir una conceptualización nueva del proceso de comunicacional de la televisión….(sic). Hall planteó que frente a los discursos mediáticos, existen tres posiciones posibles de lectura definidas por la relación entre las estructuras de significación de la producción y de la recepción que a su vez se vinculan a posiciones sociales. Cuando hay coincidencia y aceptación, la lectura es dominante. Cuando hay cierta coincidencia con los significados preferentes propuestos pero el espectador necesita adaptarla localmente, las lecturas son negociadas. En cambio, cuando la posición social del espectador se vincula a un rechazo de esos significados, la lectura es oposicional” (Grimson y Varela, 1999) Estas afirmaciones muy significativas abren el debate y más allá de acuerdos y desacuerdos que dispararía el mismo, abre una perspectiva interesante para repensar la relación entre la emisión y la recepción. Se estaba afirmando la existencia de cierta y/o absoluta autonomía, libertad de los sujetos frente a los mensajes televisivos. La manera de interpretar los mensajes no es unívoca dado que las distintas formas de interpretación dependen, en cierta medida, de la ubicación social de los receptores. Las clases dominadas poseen ciertos códigos y competencias culturales propias (valores, representaciones, tradiciones, creencias) que permiten interpretar de manera diferente a los mensajes producidos por los medios. En cierto sentido, estos estudios representan un giro copernicano con relación a la escuela de Frankfurt. La comunicación ya no es analizada desde la emisión sino desde la recepción y se afirma enfáticamente la existencia de un receptor activo y productor. En esta perspectiva, ni el autor ni el texto son la única fuente de significados, se opera un cambio cualitativo importante en el circuito de producción en donde ahora el lector-receptor tiene la posibilidad y la facultad de ser productor. El emisor pierde este carácter omnipotente y el receptor abandona el lugar de pasivo, de objeto manipulable. La comunicación ya no se reduce a un proceso lineal, unidireccional, programable y previsible en sus efectos. La vieja imagen de reproducción incesante, pavloviana y conductista que entendía la relación medios-audiencia como relación bipolar estática: aparatos de dominación (polo activo) frente a la pasividad de la audiencia receptora, se quiebra, se descongela dando lugar a nuevas formas posibles, dinámicas, creativas de expresiones culturales y comunicacionales. El impacto de estos estudios en Latinoamérica y en la Argentina es sin duda fundamental y es pieza clave en la construcción de los fundamentos teórico-prácticos del campo de la Comunicación Comunitaria. La reafirmación de la capacidad productora de sentidos de los receptores, es una invitación a hacer de ella una práctica cultural y comunicacional. La idea de hegemonía de Raymond Williams(“Marxismo y literatura”, i980) como tensión entre prácticas que no deben entenderse como dominación absoluta, da lugar a la ampliación de espacios de experiencias alternativas, contra hegemónicas. La cultura será entendida como lugar de lucha, como escenario clave de estas tensiones y las prácticas alternativas de grupos y comunidades, serán pensadas como anuncios esperanzadores del cambio social. TEORÍA DE LA DEPENDENCIA Los aportes teóricos que ofrecieron las investigaciones de Frankfurt y Birmingham tuvieron un impacto relevante en los intelectuales latinoamericanos durante la década de los 70. Pero en Argentina, antes que se conozcan estas investigaciones existió un línea de pensamiento formada por un grupo de intelectuales y comprometidos militantes políticos que conformaron la llamada corriente de pensamiento nacional y popular. Esta corriente será un factor clave (por la conmoción que provocará con posterioridad en los jóvenes intelectuales de la década del 60) para entender el surgimiento de la denominada |